jueves, 30 de junio de 2011

Doña Luisa

Doña Luisa (Sexo con maduras)

Este es un relato para poner en evidencia que las mujeres logran conseguir lo que desean.

Este es un relato para poner en evidencia
que las mujeres logran conseguir lo que desean.
Soy un joven de 18 años,
alto, robusto, pelo negro, las chicas no me faltan, pero en mi vida las mujeres
maduras ocupan un lugar privilegiado, pues amigos nadie, y repito, nadie sabe
follar como lo hace una madurita, en realidad se los recomiendo, si tienen la
oportunidad de follar con una madura, me lo agradecerán después.
Soy muy fiestero, me gusta salir a pasear y
disfrutar con mis amigos.
Cuando tení­a 17 años apareció
en mi vida una mujer impresionante, ella se llama Luisa, y sobre nuestro encuentro
trata este relato.
Era un verano, yo me encontraba en las vacaciones
de fin de perí­odo del cole, todos mis compañeros se habí­an
ido a pasarla a algún lugar, yo me encontraba aburrido en la casa, entonces
a mi madre se le ocurrió una buena, llamó a Luisa.
Ella vive en
un pueblo, cuando era más pequeño mis padres nos llevaban a mis
2 hermanas y a mí­ a la casa de ella, tiene un hijo de mi edad que se
llama Diego, él y yo solí­amos hacer de las nuestras.
Luisa es
una mujer de unos 54 años, amiga de mi madre desde hace muchos años,
la última vez que la habí­a visto fue hace años, y en aquel
entonces, ella ya me habí­a llamado la atención, pues solí­a
andar ligera de ropa, lógico por la zona donde vive, pero era maravilloso
verla, una mujer en toda regla morena, contoneando su enorme trasero en aquellos
pantalones cortos y ajustados, sus pechos no son para nada grandes pero me parecí­an
perfectos tras aquellas blusas sin sostén, y para no usar sostén
se mantení­an bien paraditos, además poseí­a unas hermosas
piernas, en una ocasión mientras ella se bañaba me asomé
por la hendija de la puerta, y fue cuando admiré su mata de pelo, era
la primera vez que veí­a esa zona, y aquello me fue suficiente para pajearme
y pajearme en honor a ella.
Bueno retornando con el relato, mi madre la
llamó pues ella le habí­a dicho que la llamara si ocupaba un lugar
donde pasar un tiempo, ella poní­a a disposición su casa.
Así­
fue como mi mamá me consiguió un lugar donde irla a pasar, me
contó que Luisa habí­a mejorado la casa mucho.
A los dí­as
emprendí­ el viaje, llegué en la tarde después de 3 agotadoras
horas de viaje.
Me fue fácil llegar, me recibió Diego, un grato
encuentro ver a mi amigo de travesuras, me contó que estaba trabajando
en una empresa de Tours, me alojé en un cuarto que habí­an acondicionado
para mí­, luego me mostró lo cambiada que estaba la casa, el baño
lo habí­a agrandado, la zona de la ducha era enorme con gradas y todo,
se podí­a llenar para convertirla en una pequeña piscina, además
en la parte de afuera habí­an cerrado una zona con enormes enredaderas
y colocaron un jacuzzi, esto le daba mucha privacidad y nadie te podí­a
observar, en fin, nos sentamos en la sala a conversar y recordar los viejos
tiempos en que nadie, nos paraba.
Al casi ser la noche llegó Luisa, no
habí­a cambiado mucho, lo único era que se habí­a mandado
a agrandar los pechos, y en serio que lo hizo, lucí­a siempre aseñorada,
pero con un toque de misterio, juventud, y lujuria.
Se nos unió en la
charla, la pasamos bien hasta que llegó el momento de irnos a dormir,
por costumbre me baño antes de ir a dormir, pero como no sabí­a
cómo emplear el nuevo baño llamé a Diego pero Luisa me
escuchó y fue quien me atendió, apareció portando una bata
rosada delgada sus pezones se sobresaltaban, una abertura a la altura del abdomen
mostraba un abdomen trabajado, plano y firme, al parecer le gustaba mantenerse.

La visión me estaba provocando una tremenda erección, que si ella
no hubiera salido se habrí­a percatado de las dimensiones de mi bulto.

Me hice una paja fantástica nunca me habí­a corrido en pajas como
lo hice esa noche.
Al dí­a siguiente la pasé con
Diego, pues tení­a el dí­a libre la pasamos de lo mejor, conocí­
a sus amigos y a sus amigas, terminamos exhaustos, pero me estaba divirtiendo,
al llegar Luisa estaba preparando la comida, una pequeña y ajustada blusa
y sus pequeños shorts, ver a una mujer madura tan linda es muy difí­cil,
pero ella hací­a todos los puntos para ser una mujer que nunca deje de
follar.
Esa noche me volví­ a bañar antes de irme a acostar, repetí­
la sesión de la noche anterior, y grandes cantidades de leche se fueron
por el desagí¼e.
Al salir pasé cerca de la puerta del cuarto de Luisa,
unos gemidos salí­an de adentro, al parecer se estaba asistiendo sola,
qué desperdicio si supiera que yo podrí­a complacerla.

Al siguiente dí­a Diego se tuvo que ir
a trabajar, yo aproveché la mañana para ir un momento a la playa,
regresé a la hora de la comida, Luisa estaba esperándome para
comer, traí­a puesto su bikini a decir por el pequeño sostén
que a milagro le cubrí­a parte de sus pechos, un enorme paño cubrí­a
su cintura, comimos y descansamos, yo no le aparté la mirada a aquel
hermoso par de pechos.
Luisa me invitó al jacuzzi, yo fui el primero
en meterme, al rato llegó ella, con solo verla caminar era suficiente
para notar el carisma sensual de una mujer madura como ella, la sensualidad
aún poseí­a aquel cuerpo, soltó el paño de su cintura,
si su sostén era pequeño ni qué decir de su tanga, al mejor
estilo brasileño, esta apenas formaba un pequeño triángulo
sobre su sexo, lo que permití­a denotar que la mata de pelo que habí­a
observado en aquella ocasión habí­a desaparecido, se metió
dentro, yo ya tení­a mi paquete presionando contra mi pantaloneta de baño,
ella no perdí­a momento para coquetear, se estiraba lo que provocaba que
sus pechos se quisieran salir.
-Cómo has crecido Artu-
-Gracias doña Luisa.
-No me trates de doña, dime Luisa o Lu
-Bueno Lu.
-Tienes novia-
-No, aún no-
-Que mujeres más tontas, para no darse cuenta de lo se están perdiendo-
-Gracias-
-Dichoso tu que eres bien parecido, yo que soy una vieja-
-No diga eso, usted es muy hermosa-
-Lo dices por mis pechos todos se fijan en ellos-
-No, no, usted siempre ha sido muy hermosa-
-Deja, deja, seguro lo dices por cortesí­a-
-No, para nada-
-Por qué lo dices, a todos les llama la atención las chicas más
jóvenes-
-No a todos-
-Mi marido me dejó por un chiquilla casi de la edad de Diego-
-Que estúpido, no sabe lo que dejó-
-Artu, te puedo hacer una pregunta-
-Sí­-
-Crees que soy bonita-
-Sí­, bastante-
-Te gusto-
-Sí­-
-Te provoco-
-Desde hace mucho tiempo-
-Qué quieres decirme-
-Cuando era pequeño me gustaba verla-
-Bribón-
Yo no querí­a hablar más, me levanté y dejé libre
mi paquete mis 23 cms quedaron a su completa vista.
-Santí­sima, pero mira no más lo que tienes allí­-
Se estiró y tomando mi verga me dio
un beso en la punta, de seguido inició una sesión con su boca,
que la sigo sintiendo en mi pene, su boca no daba para tragarse toda, pero su
habilidad me devastaba, me hizo correr en su boca, la llené con mi leche,
su boca y sus pechos fueron receptores de mis jugos.
Esparciéndose con
la mano mi leche sobre sus pechos se deshizo de su sostén sus pezones
estaban durí­simos, tomé entre mis manos ese par de pechos, manteniendo
mi miembro aún en pie de guerra se los comencé a chupar, ella
oprimí­a mi cabeza entre sus pechos, de forma rápida le quité
la tanga, y unos enormes labios vaginales aparecieron, su olor a hembra me llegó
provocándome aún más, mi mano buscó su sexo, mis
dedos se alojaron en su interior, era agradable su calor interno.
Ella se volteó y me entregó su
culo, sin tener que esperar instrucciones ubiqué mi verga en la entrada
de su vagina, la ensarté lentamente, ella dio un gemido y se estremeció
de placer, mis envestidas eran lentas y pausadas al principio, para luego combinarlas
con fuertes envestidas, su vagina era divina, perfecta, noble ante la rudeza
de mi verga, implacable ante mis deseos.
Sus senos colgaban en un compás
hermoso.
Ya ella tení­a en su haber dos orgasmos pero el tercero hizo
que se desplomara sin aliento.
Tardó poco en recuperarlo, se incorporó
me sentó en las gradas y me montó como toda una amazonas, mi boca
devoraba sus pechos, mientras su vagina consumí­a mi verga por completo.
Yo me estaba por venir, ella lo sintió y me dijo que no tuviera miedo
que lo hiciera dentro de ella, y le obedecí­, mi leche llenó su
interior nuestros jugos se mezclaban en el agua del jacuzzi.
-Gracias Artu, por fin siento que vuelvo a
ser una mujer-
-No, a ti te agradezco, lo hermosa que eres-
-mmmm, jamás lo habí­a hecho como hoy, mi esposo es un novato a
la par tuya-
-Que linda eres-
-Ven vamos a bañarnos-
El baño también fue zona de pasión, nos enjabonamos los
dos, ella me tiró al piso, tomó mi verga y como si nada se la
metió por su culo, dio un enorme grito, pero sin dejar un solo momento
empezó a clavarse mi estaca por su culo, podí­a sentir la estreches
de su ano, era magní­fico, masajeaba de mejor forma mi verga, el grueso
de la misma hizo estragos de su hoyito, dilatándolo de gran forma, me
vine de forma inmediata dentro de su culo, pero ella continuó hasta que
sus convulsiones la hicieron desplomarse sobre mi pecho.
Eso fue todo por ese dí­a, el resto de
los dí­as cuando Diego se iba al trabajo, Luisa y yo andábamos
desnudos por toda la casa, follando como conejos, me enseñó nuevas
cosas, como qué partes de la mujer tocar para provocar mejores sensaciones,
ella aumentaba de gran forma mis corridas al punto que ella y yo terminábamos
en menos de 2 minutos corriéndonos de gran forma, toda la casa fue testigo
de nuestras copulaciones.
Ahora todo el tiempo de la vacaciones lo aprovecho
para ir donde Luisa y continuar nuestro idilio sexual.
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