viernes, 24 de junio de 2011

Seda blanca

Descansaba sobre una cama con sábanas de seda blanca, las cuales dejaban entrever la silueta de una mujer semidesnuda.
El cabello le caía levemente sobre el rostro, evitando que los rayos de sol irrumpieran su sueño…
La puerta chirria…
Una mano se desliza por el marco dando paso a una figura masculina que la observa desde la distancia.

Con sigilo se adentra en la habitación sin poder apartar la vista del pecho que asomaba entre las sábanas.


Recogió del suelo un pareo con el que con sumo cuidado ató las manos de la mujer al cabecero de forja negra.


Postrado a los pies de la cama, comenzó a deslizar la seda blanca que cubría ligeramente el cuerpo de la mujer, dejando al descubierto las curvas que en la sábana se trazaban.


Aspiro profundamente, pues apenas podía contenerse…


Las yemas de sus dedos ardían mientras recorrían las piernas que se entrecruzaban sin dejar paso a su suelo dorado.


Se lamio los labios y besó el pecho que había estado observando desde la puerta.


Un suave gemido se oyó en el silencio que invadía la habitación.


-Tranquila princesa, sigue soñando. (Le susurro al oído)


Aprovechó la ocasión para posicionarla boca-arriba, pero el gesto de su rostro reveló que la luz la molestaba.


Abrió un cajón de la mesita y vendo sus ojos con un pañuelo que en él se hallaba.


Acaricio sus pechos mientras recorría el cuello con su lengua.


Acorde iba lamiendo todo su cuerpo, retiro el tanga de encaje rojo que cubría su más ansiado deseo.


Elevo una de las piernas a la vez que mordisqueaba el entremuslo y volvió a aspirar profundamente mientras observaba el cálido rostro de la mujer que amaba.


Apoyo su mano izquierda en la pierna, evitando que cayera sobre él, con su mano derecha, ejerció una ligera presión sobre el clítoris, deslizó lentamente la palma por todo su ser y culminó el movimiento introduciéndole su dedo mientras descansaba la palma de la mano sobre la cama.


Suspiros, gemidos y leves movimiento desvelaron el sueño de la mujer que yacía en la cama con las manos atadas y los ojos vendados.


Sin apenas aliento, del placer que invadía su cuerpo, consiguió exclamar:


-¡Que…estas…haciendo!


-No te preocupes mi vida… Tan solo relájate y disfruta.


Y la beso apasionadamente.


Recorrió con sus besos todo su cuerpo, abandonando cada rincón con una caricia.


De rodillas entre sus piernas, obligándola a permanecer con ellas abiertas, metió sus dedos en la boca y los deslizo dibujando ondas desde su cuello hasta lo más profundo de su ser.


Notó como se iba humedeciendo el dedo y le introdujo otro más.


Los suspiros eran cada vez más constantes y en cada penetración, la respiración se entrecortaba.


Sentía un calor abrasador cada vez que la penetraba y como si de un ataque de ira se tratase, agarro fuertemente sus pechos e inclino la cabeza entre sus piernas.


Recorría con su lengua de abajo a arriba y resoplaba en cada lamida…liberó sus manos de los pechos ya enrojecidos de la presión a la que habían estado sometidos y volvió a introducirle los dedos mientras mordisqueaba el clítoris…


Deseosa de verse liberada, la mujer no paraba d decir:


-Suéltame y déjame que yo también te de placer…


-Para eso no hace falta que te desate…


Mordisqueó todo su cuerpo hasta llegar a sus labios, se incorporó, y como si a caballito estuviese montando, dirigió su miembro hacia la boca deseosa de la mujer.


Se lo acercaba y alejaba una vez tras otra, apenas la dejaba saborear, y eso parecía inquietarla aun mas, elevaba su cuerpo ayudándose de las piernas en un vago intento por empujarlo hacia su boca.


-Cálmate o te harás daño.


Y cuando desistió de su intento, consiguió lo que había estado aclamando.


Lamio con ansia y cariño, lo rodeaba con su lengua como si quisiese enrollarlo y aspiraba como si de un chupetón se tratase.


La euforia y el deseo les invadía por momentos.


El hombre dudo por un instante en liberarla…pero toda esa pasión se desato por haberla tenido sometida a su placer.


Únicamente la despojo del vendaje que cubría sus ojos.


-No conseguirás que te desate hasta que esto acabe.


Se dio media vuelta y chupo con ansiedad la vagina, dejando que a su vez ella lamiera su miembro.


Metía sus dedos y resoplaba en un intento de calmar el calor que desprendía mientras la mujer peleaba por atraparla y no soltarla.


Alzando la cabeza preguntó:


-¿Estás preparada? Porque yo ya no puedo resistir mas la tentación de estar dentro de ti.


Se colocó entre sus piernas elevándolas una con cada mano para dejar todo al descubierto, se aproximó lentamente dejando su pene apoyado en los labios vaginales durante unos segundos sintiendo como ardían ellos juntos…


Empezó a introducirle su miembro poco a poco y ella quedaba sin respiración en cada centímetro.


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