lunes, 27 de junio de 2011

Nuestro aniversario

Nuestro aniversario (Hetero: General)

Una pareja celebra su primer aniversario…

La música suave de Caetano Veloso irrumpí­a en el ambiente
semioscuro, algunas voces llegaban lejanas, a pesar de estar muy cerca, pues lo
único que podí­a escuchar era su respiración y sus manos acariciando mi nunca,
simulando un masaje.
Me dejaba llevar por esa sensación agradable que invadí­a mi
cuerpo, la música, sus manos, su respiración conformaban una atmósfera utópica,
que me trasladaba a otro lugar donde solo él y yo tení­amos cabida.
De pronto, nuestras miradas se encontraron, yo acerque mi
boca a su mejilla, lo bese suavemente y le susurré al oí­do, me gustas.
Apenas
nuestros labios se rozaron, pero ese instante, fue suficiente como para darnos
cuenta que ese momento mágico era el comienzo de una relación que – hasta este
instante – jamas me lo habí­a imaginado.
Ya ha pasado un año desde la primera vez y sin lugar a dudas
hemos aprendido juntos a crecer en libertad a amarnos sin miedo a las ataduras,
entregarnos y confiar el uno en el otro y así­ a nuestra manera ser felices.
A medida que el tiempo transcurre y cada uno de nuestros
encuentros es más gozoso que el anterior, fui relatándolos como una forma de
dejar un testimonio de ellos.
Algunos solo quedan en el recuerdo y no llegué a plasmarlos
en el papel, pero no por ello han sido menos placenteros que los demás.
Como no podí­a ser de otra forma, ayer festejamos nuestro
primer aniversario al igual que empezamos en posición horizontal, bueno, no tan
así­ pues las posturas cambian al igual que nosotros.
Al abrir la puerta lo estaba esperando vestida con una remera
y un biquini de encaje blanco; ni bien me vio su saludo fue con un apretón en
mis redondas nalgas al descubierto.
Nos besamos y así­ entrelazando nuestras lenguas llegamos
hasta la cama.
En un abrir y cerrar de ojos estabamos completamente
desnudos, saboreándonos, sus dedos inquietos jugaban con mi clí­toris al punto
que un orgasmo se escapó de mí­ sin poder contenerlo, de esta manera comenzamos a
gozarnos una vez más.
Ni bien me puse en cuatro – nuestra postura predilecta –
Martí­n apuntó su verga hacia mi concha mojada y la introdujo en ella, luego de
tan solo dos movimientos pélvicos, sacó su pija y una cascada de leche se
deslizó sobre mi espalda.
Recuperamos el aliento unos minutos, sin dejar de tocarnos,
hasta retomar nuevamente la batalla de placer y gozo que nos habí­amos propuesto
librar.
Nuevamente su leche espesa baña mi vientre y mi boca limpio
los vestigios que restaban en él.
Mientras Martí­n fue a revisar su correo electrónico me quedé
tendida en la cama descansando un poco, al tiempo que miraba una pelí­cula porno
y las ganas de volver a sentir la verga de él dentro de mi iba aumentando.
Me levante despacio y me senté sobre la mesa que esta al lado
del computador, coloqué mis piernas sobre su silla y lo invité a que disfrutara
de mi sexo.
Su lengua fue directamente a saborear mis jugos, un
cosquilleo subí­a desde mis pies hasta las hebras de mis cabellos, me recosté
posando mis pies sobre sus hombros, permitiéndole así­ hurgar mejor en mis
agujeros.
Un gemido de placer invadió el espacio cuando la cabeza de su
verga se fue abriendo paso en mi ano luego de haber sido dilatado por su lengua
y dedos diestros.
Lentamente fue entrando hasta sentir sus huevos golpear mis
nalgas, sus movimientos fueron haciéndose cada vez más rápidos e intensos, mis
dedos no dejaban de estimular mi clí­toris.
Tras cada embestida el gozo era mayor, su respiración agitada
me indicaba que estaba a punto de vaciarse nuevamente, introduje dos dedos en mi
concha al tiempo que un temblor sacudió mi cuerpo, mientras podí­a sentir su
leche rebozar mi ano.
Cual animales limpiamos con nuestras lenguas las huellas,
testigo del placer compartido.
Paula

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